El fin del mundo llegará algún día, eso es una certeza. Pero no ocurrirá pronto y es muy probable que no sea con un repentino y estrepitoso cataclismo este miércoles.
La mayoría de físicos considera que el proyecto es totalmente inofensivo. Pero cuando uno ve un titular en el periódico que dice "¿Vamos a morir el próximo miércoles?", no puede dejar de preguntarse sobre esa fascinación con la idea del fin del mundo.
Se trata de uno de los conceptos más poderosos y antiguos de la humanidad, llámese escatología (teoría religiosa del fin del mundo), milenarismo, el fin de los días, el Apocalipsis o el desastre final.
"Es un patrón muy antiguo del pensamiento humano, incluso anterior a la Biblia y presente en la mitología de Oriente Medio, el caos final, la última batalla entre las fuerzas del orden y el caos", explica el historiador cultural Paul S. Boyer, autor de Cuando el tiempo ya no exista: Creencias proféticas en la cultura moderna americana .
"Es un concepto profundamente arraigado desde el punto de vista psicológico ya que la idea de una existencia sin sentido es muy amenazadora", dice. "Las sociedades humanas siempre han tratado de crear una especie de marco conceptual para dar significado a la historia y a nuestras propias vidas personales", añade.
Aunque la idea del fin del mundo figura en muchas religiones, las occidentales están más ligadas a la escatología cristiana. En los primeros días de la Iglesia se daba por sentado que el Segundo Avenimiento y el fin del mundo eran inminentes.
La corriente principal del cristianismo se alejó de este tipo de ideas, pero grandes grupos de creyentes las adoptaron nuevamente en varias ocasiones. "No es sólo un grupo marginal de lunáticos, es una parte integrante de toda la cristiandad. Pero en la rama más general de la cristiandad esto se pone en perspectiva como algo que podría ocurrir algún día", dice Stephen J. Hunt, sociólogo religioso y autor de "El Milenarismo cristiano: Desde la iglesia temprana hasta Waco".
Cataclismos. Muchos grupos que habían predicho la fecha exacta del fin del mundo, lo reconsideraron cuando llegó el momento y no pasó nada. Luego vinieron nuevas teorías.
Los Testigos de Jehová hicieron interminables predicciones sobre posibles cataclismos que nunca sucedieron, y tan sólo en los últimos años han decidido abandonar tales profecías. Sin embargo, estos augurios fallidos no han desanimado a los más creyentes.
No pasó lo mismo con los seguidores del Movimiento Millerista, liderado por William Miller, quién no sólo predijo el fin del mundo sino que dijo que ocurriría el 22 de octubre de 1844. La fama de la secta aumentó a medida que se acercaba la fecha, se vendieron miles de periódicos y sólo con una cosa acertó: la llegada del 23 de octubre de 1844.
Este fallo fue conocido como la "gran contradicción" y los seguidores se fueron a raudales. "Las actuales profecías son mucho más astutas", dice el profesor Boyer. "Dicen que ningún hombre sabrá el día o la hora, pero que ocurrirá pronto", explica.
Cultura popular. La idea del fin de los días parece tener cabida en la cultura popular. De la serie de novelas The Left Behind ("Los dejados atrás") se han vendido millones de ejemplares y gente de todo el mundo acudió en tropel a las salas de cine para ver las tres secuelas de "Profecía". Pero sería erróneo decir tan sólo la gente religiosa cree en el fin del mundo.
En tiempos de la Guerra Fría el fin del mundo cobró la forma de armas nucleares, y hoy en día se habla de una catástrofe climática que daría paso a un mundo intacto pero sin seres humanos. La predicción favorita de Molcher es la de una mujer convencida de que los planes chinos de construir una base en la luna alterarán su órbita y la enviarán peligrosamente hacia la Tierra. Religiosos o no, los creyentes de estas teorías tienen en común que el mundo terminará algún día y aún hay muchos que quieren determinar la fecha.
Un predicador estadounidense, Ronald Weinland, predijo en su libro God´s Final Witness ("El último testigo de Dios"), que Estados Unidos será destruido en los próximos dos años. Lamentablemente, cuando uno trata de averiguar más y le envía un email, recibe una respuesta automática. Será que está demasiado ocupado preparando el final de los días.
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